Una joven palestino-estadounidense busca una salida a su dolor mediante una serie de imágenes descarnadas.
Noor Nabulsi
La primera parte de la serie retrata a mujeres palestino-estadounidenses, reunidas alrededor de la mesa de un comedor compartiendo comidas, risas y arte, capturado en fotografías de colores vibrantes. Estas pinturas exploran temas de feminidad, hermandad e identidad cultural al ilustrar momentos conmovedores imbuidos de la iconografía tan familiar para las mujeres árabes: pelar patatas, el delicado arte de Tatreez, el bordado palestino y tomar té en un servicio de cristal transmitido de generación en generación. Estas imágenes encarnan el elaborado mosaico de un patrimonio cultural compartido.
Vemos a las mujeres juntas sonriendo, y sin embargo estas sonrisas dejan aparecer un trasfondo de dolor. Lo notamos en el escenario elegido para las fotos y que crea un contraste con ellas, atestiguando el desplazamiento generacional, el exilio y el trauma que cada palestino ha experimentado, en Palestina o en el extranjero. En la parte alternativa de esta serie, las mismas mujeres son reimaginadas en fotografías en blanco y negro, simbolizando la extensión de la experiencia del exilio. Estas fotos en blanco y negro resuenan con el dolor y la culpa palpables que experimentan los palestinos en la diáspora siendo testigos del brutal asesinato y opresión de sus hermanos y hermanas en su tierra natal. Para marcar el contraste con las primeras fotos, las mujeres visten thobes y keffiyehs tradicionales. Se convierten en la encarnación de la resistencia y la liberación al afirmar la vitalidad perpetua de su cultura con un aire de desafío. En contraste con los decorados iniciales, las mujeres aparecen ahora vestidas con túnicas tradicionales y keffiyehs. Ahí están, encarnando la resistencia y la liberación, desafíando con su cultura inextinguible.
Desde principios de octubre de 2023, ver fotos de nuestros shaheed (mártires) en Internet se ha convertido en algo normal para nosotros en la diáspora. Todas las mujeres palestino-estadounidenses que aparecen en las fotografías se enfrentan a la desgarradora realidad de que los palestinos de Gaza y Cisjordania deben documentar y difundir involuntariamente en Internet la extrema brutalidad y pérdida que aguantan, por miedo a que ocultar su sufrimiento pueda hacer que el mundo ignore el genocidio en curso del pueblo palestino, que las fuerzas opresoras de Israel ocultan sistemáticamente. Las dos partes de esta serie no sólo ahondan en la conexión de la diáspora con la resistencia, sino que también sirven como gesto a las mujeres palestinas de Gaza obligadas a desnudar su trauma, poniéndolo literalmente sobre la mesa para que el mundo sea testigo.