Qué frágiles somos: Mis amigos, de Hisham Matar

25 marzo, 2024 -
En Mis amigos el autor retoma algunas de las preocupaciones de sus obras anteriores: la dictadura y sus violentos instrumentos de opresión, así como la dureza del exilio.

 

Mis amigos de Hisham Matar
Random House, 2023
ISBN 9780812994841

 

Adib Rahhal

 

"Y tal vez así sea la naturaleza de las cosas, que cuando una amistad llega a un final inexplicable o se desvanece o simplemente se disuelve en la nada. El cambio que experimentamos en ese momento parece inevitable". Así reflexiona el narrador de la última novela de Hisham Matar, Mis amigosen las primeras líneas. Un tema recurrente a lo largo de la historia es el pensamiento melancólico de que, aunque intentemos convencernos de lo contrario, en cierta medida somos extraños para siempre, tanto para nosotros mismos como para nuestros seres más queridos. Khaled Abd al Hady, el narrador, se siente especialmente afectado por esta realidad. Las circunstancias de su vida, marcadas en gran medida por el reinado de Gadafi en la Libia natal de Khaled, sólo sirven para exacerbar su confusión interior. Aunque Mis amigos se centra en la política, su alcance es mucho mayor. El aspecto a menudo inquieto e incluso disonante del yo interior se aborda en el contexto de la dictadura y la revolución, examinando cómo esto puede influir en la toma de decisiones de una persona.

Mis amigos está publicado por Penguin.

La novela abarca aproximadamente tres décadas, desde mediados de los años ochenta hasta los años posteriores a la caída de Gadafi en 2011. Yuxtapone la agitación política de Libia con la formación de la psique del narrador en Londres, ciudad a la que Khaled se traslada en 1984. El plan original de Khaled es pasar sólo un día en Londres; va a asistir a una protesta con un amigo en la embajada libia antes de regresar a Escocia, a donde se trasladó siete meses antes desde Libia como exiliado. Sin embargo, las cosas dan un giro inesperado y acaba quedándose para siempre. En Londres, Khaled entabla una estrecha amistad con dos compatriotas libios, Mustafa y Hosam, así como con Rana, una estudiante libanesa de su universidad. Rana desempeña un papel menos importante en su vida que el de sus otros dos amigos, pero no por ello menos importante, y sin quererlo sirve de catalizador para que conozca a Hosam.

A lo largo de los años, la amistad entre Khaled, Mustafa y Hosam se pone a prueba. A menudo, esto se debe a acontecimientos relacionados con Libia. Aquella protesta ante la embajada libia se volvió terriblemente violenta y Khaled resultó gravemente herido. Aparte del trauma psicológico persistente, las cicatrices físicas permanecen, al igual que la dificultad para explicarlas:

Tuve algunos amantes. Nunca nada duró mucho. Cuando por fin estábamos en la cama y antes de quitarnos la ropa, me aseguraba de que la lámpara estuviera apagada. Si su mano se quedaba en la cicatriz, o en la hendidura de mi espalda, y llegaban las preguntas, recurría a la mentira que Rana me sugería cuando estábamos juntos en el mar: "Un accidente de coche cuando era niño".

También persiste la idea tácita de que si Mustafá no les hubiera sugerido que acudieran a la protesta en la embajada, nada de esto habría sucedido, y que por lo tanto él es en cierto modo el culpable. De camino a la manifestación, los dos amigos tienen problemas para localizar la embajada, y Khaled casi desea que no lleguen a tiempo: "Me volví esperanzado. Quizá nunca la encontraríamos, o llegaríamos después. Nos imaginaba años después contando cómo habíamos tenido las intenciones correctas pero, debido a nuestro escaso conocimiento de la ciudad, nos habíamos perdido". Ni que decir tiene que se orientan, y lo que ocurre cambia sus vidas de forma momentánea y permanente.

El inicio de la revolución en Libia años más tarde, en 2011, trae consigo un momento de ajuste de cuentas para los tres amigos, y es en ese momento cuando sus caminos se bifurcan. Mustafa y Hosam deciden unirse al levantamiento y ayudar a derrocar a Gadafi. Khaled, sin embargo, opta por quedarse en Londres. Para él es casi milagroso que, a pesar de lo ocurrido en aquella fatídica manifestación, haya conseguido forjarse una vida con apariencia de normalidad, incluida una relación amorosa con Hannah, un alma gemela que conoció en una clase de poesía en la universidad. Además, Khaled parece tener la sensación visceral de que, si participara en la matanza que se está produciendo en su país, eso le dañaría para siempre: "Temo que si me voy no tendré la voluntad de volver y entonces estaré perdido otra vez y ya lo he estado antes y haré todo lo posible para no volver a estarlo y [...].] No sé si es de cobardes o de valientes y no me importa y he decidido sin decidir".

Shefa Salem, "Salir de un sueño", 90x70cm, óleo y papel sobre lienzo, 2018 (cortesía de Shefa Salem).

¿Se puede culpar a Khaled de su reticencia a renunciar a su relativa tranquilidad, a dejar atrás la apacible quietud de su vida en pos de un ideal? Su amigo Mustafa se lo insinúa. "No te entiendo", le dice a Khaled. "Sigues como si no hubiera pasado nada". Y luego añade: "Tu país te necesita". Hosam, sin embargo, cree lo contrario. Parece comprender más profundamente la psique de Khaled, su ardiente humanismo y su aversión al derramamiento de sangre. Entiende que hay quienes no están hechos para la violencia, y que Khaled es una de esas personas. "Lo que pasa con la guerra es que si estás en ella el tiempo suficiente, te endurece el corazón", reconoce Hosam.

Como toda la narrativa de Matar, y sabiendo lo que sabemos de la vida del autor, esta novela parece incluir elementos autobiográficos. Merece la pena echar un vistazo a su obra anterior, ya que uno encuentra ciertos denominadores comunes en toda su obra. En El país de los hombressu novela de debut, se centra en el impacto de la brutal dictadura de Gadafi en Suleiman, el narrador de nueve años, y en su familia y amigos, y en la extrema y crónica sensación de malestar que produce en la población general del país vivir en un clima impregnado de desconfianza, paranoia y miedo. Cualquiera puede ser un delator; la atmósfera de terror resultante corrompe a la sociedad. En Anatomía de una desapariciónel tema central es el secuestro del padre de la joven narradora Nuri, en paralelo a la propia experiencia de la autora. En ambos casos, el destino del padre sigue siendo desconocido. En el transcurso de la historia, le preguntan a Nuri qué cree que le ocurrió a su padre. "No sé qué contestar", responde. "La verdad es que no creo que papá esté muerto. Pero tampoco creo que esté vivo". El regreso es un libro de memorias; Matar regresa a la Libia posterior a Gadafi en busca de respuestas sobre el destino de su padre, siempre presente, siempre ausente. En un momento dado, el autor se lamenta: "Con el tiempo, la pérdida original, el punto de partida, el punto a partir del cual la vida cambió irrevocablemente, llega a parecerse a una presencia viva, que tiene su propia fuerza y temperamento".

En Mis amigos el autor retoma algunas de estas mismas preocupaciones: la dictadura y sus violentos instrumentos de opresión, y la dureza del exilio. Esta vez, la perspectiva es un poco diferente, pero también, y de manera crucial, vemos cómo está moldeada, al menos en parte, por las profundas conexiones de Khaled con los amigos que hace en Londres. Su impacto en su comprensión del mundo es bastante pronunciado. Además, las vidas de los tres amigos están indeleblemente marcadas por lo que ocurre en su país, aunque de formas diferentes. "Estamos en una marea", anuncia Hosam en los primeros días de la Primavera Árabe, "en ella y de ella. Tan insensato sería pensar que estamos libres de la historia como de la gravedad".

Un mes en Sienael libro de no ficción que precede directamente a Mis amigos y quizá la obra más personal y filosófica de Matar hasta la fecha, aparentemente tiene poco que ver con Libia, pero está acentuada por lo que allí ha sucedido y cómo ha afectado a la vida del autor. Matar pasa un mes en la ciudad italiana del título, visitando museos y observando cuadros durante horas y horas. Deja que estas pinturas actúen como bálsamo para su dolor por el destino desconocido de su querido padre y como medio para reflexionar sobre la naturaleza de la condición humana en general. El libro también trata de apreciar las cosas buenas de nuestras frágiles y precarias vidas; las grandes desgracias pueden (¿deberían?) hacernos más sensibles a la poesía de la existencia. Esto se parece a la conclusión a la que llega el narrador de Mis amigos y es también el punto en el que se desatiende de Mustafá y Hosam a varios niveles.

¿Cuántos golpes puede soportar una armonía intrínseca entre los amigos más íntimos antes de que empiecen a aparecer grietas? Matar no nos da una respuesta concluyente, sino que deja que el lector saque sus propias conclusiones. En última instancia, los tres amigos eligen los caminos que creen que conducen a su bienestar individual. Sus identidades básicas resultan no ser tan compatibles entre sí como suponían en un principio, aunque el vínculo entre ellos sigue siendo profundo, algo parecido al amor. De nuevo, volvemos a uno de los motivos de Matar en Mis amigosy es que, trágicamente, la incapacidad de saber lo que hay en el corazón de nuestros seres queridos puede llevarnos a una separación devastadora.

Como toda la buena literatura, Mis amigos es mucho más que el tema del que pretende hablar. La novela serpentea por los entresijos de las mentes siempre inquietas de sus personajes, y permite al lector considerar la naturaleza y precariedad de nuestra existencia, con todas sus fragilidades e incertidumbres, sus sublimidades y ensoñaciones, desde múltiples ángulos, utilizando la saga de Libia como trampolín para estas reflexiones. La inquietud que rodea el mundo de Khaled se ve aliviada por el potencial de trascendencia momentánea. "Hosam me dijo que creía que los dramas humanos más importantes no tienen lugar en los campos de batalla, sino en las horas tranquilas", reflexiona Khaled.

Matar parece sugerir que, precisamente debido a nuestra trágica situación como seres sensibles en un mundo indiferente, sería una pena renunciar a la belleza de esas horas tranquilas, dondequiera y comoquiera que las encontremos, ya sea a través de la poesía y las artes o de algo tan sencillo pero profundamente gratificante como mantener una conversación con un amigo tomando un café. La amistad es casi sagrada para Khaled, que por lo demás es ferozmente laico. Como dice Hosam cuando él y Khaled aún se están conociendo: "Amigo. Qué palabra. La mayoría la usa para referirse a quienes apenas conoce. Cuando es algo maravilloso".

 

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