La historia no contada de Zakaria Zubeidi

15 de octubre de 2021 -
"Al Hissan", el caballo dedicado a Yenín por el artista alemán Thomas Kilpper, construido con chatarra tras la batalla de Yenín de 2002.

 

Zakaria Zubeidi no es una sola persona, sino toda una generación de palestinos de Cisjordania atrapados en un dilema imposible, que deben elegir entre una lucha dolorosa, pero real, por la libertad y los compromisos políticos que, en palabras del propio Zakaria, "no han conseguido nada".

Ramzy Baroud

 

Zakaria Zubeidi es uno de los seis presos palestinos que, el 6 de septiembre de 2021, salieron por un túnel de Gilboa, una conocida prisión israelí de alta seguridad. Zubeidi fue recapturado pocos días después. Los grandes hematomas de la cara de Zubeidi contaban una historia desgarradora, la de una audaz fuga y la de una violenta detención. Sin embargo, la historia no empieza ni termina ahí.

Hace veinte años, tras lo que ha quedado grabado en la memoria colectiva palestina como la masacre de Yenín, conocí a la familia Zubeidi en el campo de refugiados de Yenín, que fue borrado casi por completo por el ejército israelí durante y después de la batalla de Yenín.

A pesar de mis repetidos intentos, el ejército israelí me impidió llegar a Yenín, que se mantuvo durante meses bajo total asedio militar israelí tras el episodio más violento de todo el Segundo Levantamiento Palestino (2000-2005).

No pude hablar directamente con Zakaria. A diferencia de su hermano, Taha, Zakaria sobrevivió a la masacre y posteriormente ascendió en las filas de las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, brazo armado del movimiento Al Fatah, hasta convertirse en su líder, encabezando así la lista de los palestinos más buscados por Israel.

La mayor parte de nuestra comunicación fue con su hermana, Kauthar, que nos relató con detalle los acontecimientos que precedieron al fatídico asedio militar de abril. (Véase el testimonio completo más abajo.) Kauthar tenía entonces sólo 20 años. A pesar de su dolor, hablaba con orgullo de su madre, asesinada por un francotirador israelí sólo unas semanas antes de la invasión del campo, y de su hermano, Taha, líder de las Brigadas Al-Quds, el brazo armado de la Yihad Islámica en Yenín en aquel momento; y de Zakaria, que ahora tenía la misión de vengar a su madre, a su hermano, a sus mejores amigos y a sus vecinos.

"Taha fue asesinado por un francotirador. Después de matarlo, dispararon proyectiles contra su cuerpo y lo quemaron completamente. Esto ocurrió en el barrio de Damaj. Los shebab recogieron lo que quedaba de él y lo metieron en una casa. Desde ese día, esa casa se conoce como 'La casa del héroe'".

Kauthar también me habló de su madre, Samira, de 51 años, "que se pasaba la vida yendo de una cárcel a otra para visitar a sus hijos". Samira era querida y respetada por todos los combatientes del campo. Sus hijos eran los héroes que todos los jóvenes intentaban emular. Su muerte fue especialmente impactante.

"Le alcanzaron dos balas en el corazón", dijo Kauthar. "Cuando se dio la vuelta, la hirieron por la espalda. Le salía sangre por la nariz y la boca. No sabía qué hacer salvo gritar".

Zakaria Zubeidi, entonces líder de la Brigada de los Mártires de Al Aqsa en Cisjordania, en brazos de sus partidarios durante un mitin de campaña en apoyo de Mahmoud Abbas, en Yenín, el 30 de diciembre de 2004. (Nasser Nasser/AP)

Zakaria pasó inmediatamente a la clandestinidad. El joven combatiente se sentía agraviado por lo que le había ocurrido a su querida Jenin, a su familia, a su madre y a su hermano -la boda de este último estaba prevista una semana después del día en que fue asesinado-. También se sentía traicionado por sus "hermanos" de Al Fatah que seguían colaborando abiertamente con Israel, a pesar de las crecientes tragedias en la Cisjordania ocupada, y por la izquierda israelí que abandonó a la familia Zubeidi a pesar de las promesas de solidaridad y camaradería.

"Cada semana, entre 20 y 30 israelíes venían allí a hacer teatro", dijo Zakaria en una entrevista con la revista 'The Time', en referencia al teatro 'La casa de Arna', en el que participaban Zakaria y otros jóvenes de Yenín, y que fue creado por Arna Mer-Khamis, una mujer israelí casada con un palestino. "Abrimos nuestra casa y la demolieron... Les dimos de comer. Y, después, ninguno de ellos cogió el teléfono. Fue entonces cuando vimos la verdadera cara de la izquierda en Israel".

Zubeidi frente al Teatro de la Libertad de Yenín, objeto del documental "Los hijos de Arna", realizado por Juliano Mer-Khamis, hijo de Arna y director del teatro, asesinado posteriormente cerca del teatro por desconocidos.

De los cinco niños que participaron en el teatro "Arna's House", el teatro de la libertad de Yenín, sólo sobrevivió Zakaria. El resto se había unido a diversos grupos armados para luchar contra la ocupación israelí y todos fueron asesinados.

Zakaria nació en 1976 bajo ocupación israelí, por lo que nunca experimentó la vida como un hombre libre. A los 13 años, soldados israelíes le dispararon por arrojar piedras. A los 14 fue detenido por primera vez. A los 17 se alistó en las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina, creyendo, como muchos palestinos de la época, que el "ejército" de la AP se había creado para proteger a los palestinos y garantizar su libertad. Desilusionado, abandonó la AP menos de un año después.


Zakaria no se comprometió con la lucha armada hasta 2001, como forma de conseguir la libertad para su pueblo, meses después del inicio de la Segunda Intifada. Uno de sus amigos de la infancia fue uno de los primeros en morir a manos de soldados israelíes. En 2002, Zakaria se unió a las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, en la misma época en que su madre, Samira, y su hermano, Taha, fueron asesinados.

2002, en particular, fue un año decisivo para el movimiento Al Fatah, dividido en la práctica, pero no oficialmente, en dos grupos: uno que creía que la lucha armada debía seguir siendo una estrategia de liberación, y otro que abogaba por el diálogo político y un proceso de paz. Muchos miembros del primer grupo fueron asesinados, detenidos o marginados, entre ellos el popular líder de Fatah, Marwan Barghouti, detenido en abril de 2002. Los miembros del segundo grupo se enriquecieron y corrompieron. Su "proceso de paz" no consiguió la ansiada libertad y se negaron a considerar otras estrategias, temiendo la pérdida de sus privilegios.

Zakaria, como miles de miembros y combatientes de Al Fatah, se vio atrapado en este dilema permanente, queriendo continuar la lucha como si la dirección del presidente de la AP, Mahmud Abbas, estuviera dispuesta a arriesgarlo todo por el bien de Palestina, al tiempo que seguía comprometido con el partido Al Fatah, con la esperanza de que, tal vez, algún día el movimiento recuperara el manto de la resistencia palestina.

La trayectoria de la vida de Zakaria, hasta ahora, es un testimonio de esta confusión. No sólo fue encarcelado por los israelíes, sino también por la AP. A veces, hablaba bien de Abbas para, más tarde, renegar de toda la traición de los dirigentes palestinos. Entregó su arma varias veces, sólo para recuperarla con la misma determinación que antes.

Aunque Zakaria ha vuelto a la cárcel, su historia sigue sin terminar. Decenas de jóvenes combatientes recorren ahora las calles del campo de refugiados de Yenín, jurando continuar con la lucha armada. Es decir, Zakaria Zubeidi no es una sola persona, sino toda una generación de palestinos de Cisjordania que se encuentran atrapados en un dilema imposible, teniendo que elegir entre una lucha dolorosa, pero real, por la libertad y los compromisos políticos, que, en palabras del propio Zakaria, "no han conseguido nada".

Las imágenes de la activista adolescente Ahed Tamimi, rubia y de ojos azules y verdes, se han convertido en sinónimo de resistencia en todo el mundo (cortesía del artista Ahmed Abu Al Adas, 2018, tinta sobre lienzo, 69,5 × 99,5 cm).

Amor y muerte en Yenín

 

El siguiente testimonio fue proporcionado por Kauthar Zubeidi, hermana de Zakaria, tras la invasión israelí que condujo a la masacre de Yenín en abril de 2002. Una versión de este testimonio se utilizó en mi libro Searching Jenin: Eyewitness Accounts of the Isreali Invasion (Editado por Ramzy Baroud, Prefacio de Noam Chomsky. Cune Press: 2003). En aquel momento, Kauthar tenía 20 años.

Cuando los israelíes invadieron, nos quedamos en nuestra casa, pero luego nos refugiamos en la de mi suegro, porque nos parecía más segura. Pero entonces la casa de mi suegro también fue atacada. La resistencia en Yenín fue feroz, aunque los shebab luchaban con armas sencillas.

Finalmente, nos trasladamos a una tercera casa, pero esta vez no había otras escapatorias posibles. La casa fue atacada y no pudimos huir. Había casi treinta personas en la casa, viejos y jóvenes. Todos nos refugiamos en el cuarto de baño.

Los jóvenes combatientes de fuera tenían mucha fe, pero poca comida y agua. Así que arriesgábamos nuestras vidas para sacarles algo de comida. Nos decían: "No vuelvas a hacerlo, no querrás que te maten". Pero seguíamos haciéndolo de todos modos.

Cuando estábamos atrapados en el baño, cuando cesaba el bombardeo por un momento, intentábamos escuchar para ver si los combatientes de Yenín seguían allí. Sentíamos un gran alivio cuando les oíamos hablar fuera. Significaba que seguían vivos y luchando.

Mi hermano Taha estaba con la resistencia. Los que estaban con él decían que Taha era el jefe de la resistencia en su grupo (Brigadas Al-Aqsa). Siempre estaba muy preocupado por la seguridad de la gente. El prometido de mi hermana fue a esa zona una vez durante la invasión. Taha le dijo que regresara: "¿Vas a dejar viuda a mi hermana incluso antes de casarte?".

Más tarde supimos que Taha fue asesinado por un francotirador. Después de matarlo, dispararon proyectiles contra su cuerpo y lo quemaron completamente. Esto fue en el barrio de Damaj. Los shebab recogieron lo que quedaba de él y lo metieron en una casa. Desde ese día, esa casa se conoce como "La casa del héroe". Luego trajimos sus restos y lo enterramos cerca de nuestra casa temporalmente antes de llevarlo al Cementerio de los Mártires. Por alguna razón no esperaba que mataran a Taha. Era nuestro protector.

Mi madre era una gran mujer. Tenía cincuenta y un años cuando fue martirizada. Se pasaba la vida yendo de una cárcel a otra para visitar a sus hijos. Mi padre, que Dios bendiga su alma, también fue combatiente de la resistencia, al igual que todos mis hermanos. Mi madre era una mujer querida por todos. Sí, tenía cincuenta y un años, pero la sentíamos de nuestra generación. Nos trataba con respeto y nos entendía a cada uno por separado. Todos los combatientes la respetaban mucho.

Cuando martirizaron a mi madre, estábamos fuera de nuestra casa. Nos dijeron que los israelíes destruirían nuestra casa en cualquier momento. Ella estaba muy nerviosa por la seguridad de sus hijos. No paraba de moverse de una ventana a otra. Justo antes de que nos diéramos cuenta del peligro, los francotiradores abrieron fuego. La hirieron con dos balas en el corazón. Cuando se dio la vuelta, la hirieron por la espalda. No nos dimos cuenta de que estaba herida porque corrió durante un buen trecho.

Cuando cayó al suelo, supusimos que se había desmayado por el shock. Pero entonces le brotó sangre de la nariz y la boca. No supe qué hacer salvo gritar. Tuve una extraña sensación, mi madre me miraba y yo intentaba comprender qué podía querer decirme en su último momento de vida. Nuestra vecina la miró y dijo: "Sólo proclama: 'No hay más Dios que Alá'". Entonces murió.

Cuando los combatientes de la resistencia supieron que la habían matado, llegaron a la casa en cuatro coches. Taha se negó a venir, estaba en el barrio de Damaj. Dijo: "No vendré a ver a mi madre hasta que la vengue". Pudo golpear un tanque israelí, y luego vino a despedirse.

Mi relación con mis hermanos es muy fuerte gracias a mi madre. Todos somos buenos amigos. Sigo viendo a mi hermano Taha en mis sueños. En mis sueños, él abre la puerta y luego viene y empieza a bromear conmigo. Luego se va y yo empiezo a llorar, pidiéndole que vuelva.

 

[En Yenín, la casa de los Zubeidi se considera uno de los principales pilares de la resistencia. Taha murió durante la invasión. Iba a casarse una semana después de ser abatido por un francotirador. Era un dirigente de la Brigada Al-Quds, el ala militar del movimiento de la Yihad Islámica. Su hermano Yahya fue detenido durante la invasión. Más tarde, Zakaria se convirtió en el líder de la resistencia en Yenín. Su madre Samira murió en una invasión israelí anterior del campo].

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