Sahar Rabah, joven poeta y licenciada en una universidad de Gaza en ruinas, espera con impaciencia el Programa de Maestría en Escritura Creativa de Rutgers.
Sahar Rabah
Traducido del árabe por Ammiel Alcalay
Hijos de la guerra
Somos hijos de guerras que se comieron nuestras lenguas
y nos legaron el lenguaje del vacío.
La última llama de su lámpara
los últimos gemidos afligidos que brotan de
los bordes en el mapa de este llanto
nos desarraigaron hasta que nuestros corazones se desgarraron como nube hecha jirones
y los soles se multiplicaron desde nuestra piel
de nuestros pies descalzos sobre el pavimento.
Somos hijos de guerras criados sin tregua
envejecidos con el dolor de mil años
no somos profetas
ni leyendas
ni dioses
somos los colgados en la cruz de las consignas.
Somos hijos de guerras que se comieron nuestras lenguas
y nos dieron por techo
ni hogar sólo hambre.
Somos hijos de guerras que se comieron nuestras lenguas
y nos legaron la amargura de la muerte en lotes.
Somos los hijos de las guerras
y sus últimos guardianes
las últimas lápidas a sus puertas.
Enjugamos las lágrimas de los ángeles
y cantamos todas las canciones olvidadas
a la tierna anémona junto al mar.
El color de la flor
Rezamos para que el color de la flor
brote en nosotros el sueño de cruzar
la estrecha oscuridad y colgar
nuestras ropas al sol para que se sequen
de todas las lágrimas de la guerra y correr
con la memoria de un niño
que perdona al país y
juega descalzo junto a los escombros