
El libro de las reinas, novela de Joumana Haddad
Interlink (2022)
ISBN 9781623718473
...da la vuelta a esas tiendas blancas como si fueran bolsillos, sacúdelas y la negrura caerá. Se ve el barro en los senderos y en las arterias. Los hilos donde cuelga la colada agotada de la gente como residuos de vida.
Laila Halaby
"La libertad es una ridícula imposibilidad", rumia Qayah en la primera parte de la novela de Joumana Haddad, El libro de las reinas. "Igual que la elección. Nacemos en una jaula que no hemos elegido, en un momento en el que no hemos tenido voz para decidir, en un lugar del que no sabíamos nada, con rasgos que no hemos modelado, y etnias y religiones y rasgos de carácter que no hemos elegido."

Esta perspectiva marca el tono del desarrollo de las vidas de cuatro generaciones de niñas-curiosas-convertidas-en-reinas-sufridas en una saga familiar que abarca mucho territorio, "un círculo de fuego perfecto, con una circunferencia de cien años".
El Libro de las Reinas se divide en cuatro secciones y alterna entre el relato y la narración de las historias individuales de Qayah, Qadar, Qamar y Qana, cada una de ellas parte inextricable de una historia familiar más amplia que forma parte inextricable de tantas historias de Oriente Próximo, como el genocidio armenio, la ocupación de Palestina, las guerras en Líbano y Siria y los inevitables campos de refugiados, todo ello salpicado de disonancias religiosas. Queens se lee como una microhistoria, voces individuales que componen un relato global de la feminidad: la que se soporta bajo el pulgar del patriarcado y la que se transmite de una generación a la siguiente, a pesar de los fervientes intentos de evitar hacer eso mismo.
¿Rompe el cambio con las expectativas religiosas, culturales o lingüísticas? Si Queens sirve de indicación, sí... y no. El dolor - "no hay vínculo más fuerte"- recorre todas las historias como la sangre y el pelo rojo y "[W]ars, dentro y fuera, [que] seguiría atándolos sin fin, creciendo y serpenteando alrededor de ellos, entre ellos, bajo sus pies, sobre sus cabezas y alrededor de sus cuellos como plantas silvestres en la selva amazónica".
Para conocer mejor el sabor de la prosa de Haddad, he aquí un pasaje de El libro de las reinas:
Si uno mira un campo de refugiados sirios desde arriba, descubre un mar de tiendas blancas que destilan optimismo y seguridad. Todo parece organizado y ordenado. Un refugio donde la gente acude en masa para ser salvada, atendida y cuidada. No es exactamente un país de ensueño, pero se parece bastante en circunstancias tan difíciles. Hay que valorar relativamente un contexto determinado: Gaziantep frente a Alepo, no Gaziantep frente a Estocolmo.
Pero pon esas tiendas blancas del revés como bolsillos, sacúdelas y la negrura caerá. Se ve el barro en los senderos y en las arterias. Los hilos donde cuelga la colada agotada de la gente como residuos de vida. Las manchas de lágrimas en las almohadas usadas. Las escuelas improvisadas donde un huérfano tuerto debe aprender a contar hasta diez. Los fogones desgastados por el tiempo donde las mujeres se turnan para preparar algo que necesitan creer que sabe a café, o a esperanza. El frío. Un frío insoportable en invierno. Y luego el calor. El insoportable calor del verano.
Da vuelta las caras de los refugiados, también. Esas caras, especialmente. Ves la vergüenza, la desesperación. El asco. No pueden faltar las expresiones de "ojalá hubiera muerto" o "ojalá no hubiera nacido". Un limbo desamparado donde la única herramienta de supervivencia está en pensar: "Podría haber sido mucho peor", comparando su situación con la de aquellos que han sido menos afortunados. Por suerte, en un campo de refugiados, uno siempre se las arregla para encontrar a los menos afortunados. Aunque uno haya perdido dos hijos y un brazo, habrá alguien cerca que haya perdido a toda su familia y las dos piernas. Basta con mirar lo suficientemente cerca, para ser un buen cazador de desastres. Porque la tragedia de los demás es tu único consuelo.

A pesar de la pesadez y la tragedia que se abren paso en casi todas las vidas de los personajes, hay una ligereza en la narración -incluso la más injusta o brutal de las muertes se relata como un hecho real, la última víctima a la que debemos decir adiós- en un tono que recuerda a Elif Shafak, una voz desconcertada que señala que la vida es voluble e injusta, ¿y qué? Hay que seguir adelante. Además, la vida también es divertidísima y preciosa.
En medio de las catástrofes globales hay deliciosos momentos íntimos. Uno de mis escenarios favoritos involucra la importancia de un armario de zapatos, un padre viendo todas las historias vividas en esos "artículos sucios", los "...caminos tomados, y otros no tomados, tantos encuentros agradables y malos". Y su hija, deseando ser un zapato, para no cargar con la emocionalidad de los humanos, "pacífica, discreta y de bajo perfil".
Queenses, después de todo, un libro sobre familias, una exploración de las relaciones, así como un tratado sobre lo personal que se hace público (tanto en la acción de la novela como en la ocasión en que se escribe), especialmente en lo que se refiere a las mujeres y al peso de las expectativas que se depositan en ellas. Sobre nosotras. Y el dolor. Tanta pena.
Joumana Haddad es periodista multilingüe, poeta, traductora y activista de los derechos humanos. Nada de esto le sorprenderá cuando lea sobre estas cuatro mujeres y la sienta en medio de ellas, apoyándolas y llorando sus pérdidas. Qué placer pasar un rato en compañía de Haddad, dejarse envolver por su facilidad para el lenguaje, su deleite con los juegos de palabras y su empatía con unos personajes ricos y únicos.
