A la tierna edad de 13 años, Jassem Ghazbanpour empezó a fotografiar la vida cotidiana de los habitantes de la provincia de Juzestán, en el suroeste de Irán. A los 16, ya grababa imágenes sobre el terreno para las fuerzas iraníes durante la guerra Irán-Irak de 1980-88. Su ciudad natal, el puerto interior de Khorramshahr, estaba a sólo 16 kilómetros de la ciudad sitiada de Abadán. Ghazbanpour cubrió las terribles secuelas del ataque químico de Saddam Hussein en Halabja, Irak. Posteriormente documentó la Guerra del Golfo, la Guerra de Irak y la Guerra de Afganistán.
Sus fotografías se publicaron en la revistaTime y otras publicaciones internacionales; captaban la dura vida de la guerra, desde los combatientes en movimiento hasta la supervivencia en búnkeres subterráneos. Como miembro de la minoría árabe de Irán, Ghazbanpour tenía acceso al que otros fotógrafos carecían. Trabajaba por cuenta propia, salvaguardando así su independencia. Pertenece a la generación de fotógrafos de guerra iraníes que siguieron los pasos del emblemático fotógrafo en blanco y negro Kaveh Golestan (1950-2003).
Ghazbanpour nunca abandonó el periodismo de guerra, pero empezó a narrarla de diferentes maneras, siguiendo a familias o documentando la escritura y los grafitis de las paredes, especialmente en Khorramshahr. Llevó esa misma intimidad y narración a las fotografías de la vida doméstica en Irán.
Khorramshahr está a unos 900 kilómetros de donde vive ahora con su esposa Vida Zarkeshan, en Teherán. Tarda entre 12 y 18 horas en llegar a casa de su madre. Y no sólo por los famosos atascos de la capital iraní.
"Depende de Jassem, si se para a hacer fotos", explica Zarkeshan, la angloparlante de la familia, que traduce mis preguntas a su marido y sus respuestas a mí. "Le gusta contar las historias de su vida, lo que le ha pasado. Quiere completar la historia con fotografías. Le gustan los escenarios con un principio, altibajos en medio y un final".
Cada una de las fotografías mostradas en su serie Home para TMR forma parte de una colección más amplia de imágenes. Teniendo en cuenta la experiencia de la guerra que entrenó su ojo, estas fotografías -ya sean de sí mismo, de sus palomas, de la casa de otro fotógrafo o de un santuario improvisado- adquieren una mayor conmoción. Para Ghazbanpour, el hogar está donde apunta su cámara.
-MaluHalasa
Agradecimiento especial a Salar Abdoh.