Muhammad Malas, el autor de Siria, es objeto de una biografía cinematográfica

10 de enero de 2021 -

El cineasta sirio Muhammad Malas fue entrevistado por el director Nezar Andary para "Desbloquear las puertas del cine" (Foto: cortesía de Nezar Andary)

Rana Asfour

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Para su primer largometraje documental, el académico y cineasta Nezar Andary, afincado en Abu Dhabi, ha querido explorar la obra y la vida de la leyenda de origen sirio Muhammad Malas, como medio de llevar al espectador a un recorrido por el cine de autor árabe. Unlocking Doors of Cinema es un cálido homenaje al espíritu pionero de Muhammad Malas, así como un reconocimiento a una generación de intelectuales comprometidos cuyos esfuerzos culturales colectivos e intensidad de propósito allanaron el camino a la última generación de cineastas de Oriente Próximo. Desde la guerra de 1967 y los campos palestinos de Beirut hasta las canciones de Alepo y las tragedias políticas de Siria en los últimos años, Andary sostiene que, desde hace cinco décadas, Malas "ejemplifica lo que significa ser un autor y un intelectual público".

Escritor, cineasta y profesor asociado en la Universidad Zayed de Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, Andary también edita una serie de libros sobre cine árabe para Palgrave, donde es coautor de El cine de Muhammad MalasVisiones de un autor sirio (Palgrave 2018) con Samira AlKassim. Es este libro, combinado con 12 horas de metraje de entrevistas con Malas y docenas de horas de la obra de Malas que dan forma a una película sobre un director que "escucha, ve y oye el cine."

El documental, de 60 minutos de duración, se rodó en Líbano, donde el castillo de Talhouk, del siglo XVI, sirvió de digno telón de fondo para una conversación sobre la memoria, la pérdida, el arrepentimiento y la esperanza.

"La casa era perfecta", comentó Andary cuando hablamos recientemente por Zoom. Desempeñó un papel fundamental a la hora de crear una atmósfera inquietante en la película, que me pareció que reflejaba perfectamente la sensación de exilio de Malas durante toda su vida".

"Mi objetivo era que el documental se viera embrujado, de forma positiva, por las películas de Malas y también por las películas que embrujan su obra", explica Andary. "Incluso el título es un homenaje a la obra de Malas, extraído de la investigación sobre la cantidad de puertas que se abren, se cierran y se bloquean en sus películas, que él utiliza para representar metáforas o alegorías más amplias en algún nivel vinculadas a épocas y lugares que no hemos visto o que no hemos podido recuperar debido al conflicto regional. En última instancia, lo que esperaba era acabar no sólo con un documental sobre un gran cineasta árabe, sino también con una película que respirara el cine mismo".

La presentación de Unlocking Doors of Cinema en el circuito de festivales de cine, cuando empezamos a reconciliarnos con el décimo aniversario de las revoluciones frustradas de Thawra o Primavera Árabe, no podría haber sido más oportuna, no sólo en medio de los continuos disturbios en Oriente Próximo, sino también cuando analistas políticos y personas de la región y de fuera de ella echan la vista atrás para analizar la última década desde que Mohamed Bouazzi se inmoló en Túnez, desencadenando levantamientos en toda la región. El documental de Andary se centra en la obsesión de Malas por examinar la memoria personal y colectiva del trauma social y político y la desposesión en sus películas. En todo caso, el documental demuestra que la búsqueda de justicia en la región no es nada nuevo, ya que las películas de Malas retratan décadas de rebeliones contra el despotismo, en las que sus protagonistas luchan por superar los obstáculos incluso cuando sacan a la luz verdades ocultas. Es la excavación de Andary en la obra pasada del cineasta -incluida la guerra árabe-israelí de 1967 en Quneitra 74, La memoria (1975) y Sueños de la ciudad (1984), los refugiados palestinos en los campos del Líbano en El sueño (1980-81) y La noche (1992)- hasta la más reciente Escalera a Damasco (2013), que no sólo permiten ampliar el debate sobre la tumultuosa historia de la región, sino que también ponen de relieve la importancia fundamental de Malas y su relevancia hasta el día de hoy como guardián del cine árabe de autor y su defensor en constante evolución. El cine, como parece proponer el documental de Andary y corrobora la obra de Malas, es la forma en que aprendemos a recordar y reflexionar sobre el pasado y, juntos, nos oponemos a la disposición natural de la sociedad a olvidar. "Todo lo que se olvida", dice Malas a la cámara, "muere".

Nacido en Quneitra, en los Altos del Golán (Siria), Malas era hijo del carpintero que techaba el único cine del pueblo, donde el cineasta vio su primera película, La rosa blanca (1933), protagonizada por Mohamed Abdul Wahab. Cuando tenía nueve años, su padre murió y se vio obligado a abandonar el pueblo con su madre para vivir con la familia de ésta en Damasco. Poco después estalló la guerra de 1967 con Israel y su querida ciudad cayó bajo control israelí. Israel siguió controlando Quneitra hasta principios de junio de 1974, cuando fue devuelta al control civil sirio tras la firma de un acuerdo de retirada mediado por Estados Unidos. La ciudad sigue destruida a día de hoy. El regreso de Malas a su ciudad natal en ruinas en muchas de sus películas sugiere una pérdida de la que nunca se ha recuperado.

"Se puede decir que, de una forma parecida a la culpa del superviviente, para Malas todo se remonta a Quneitra. Su relación con el lugar abandonado es una especie de metáfora de su infancia perdida", explica Andary. 

Muhammad Malas con su director de documentales, Nezar Andary.

Como tales, y recordando las reflexiones de Henri Lefebvre sobre la historia, el tiempo y la memoria, las películas de Malas aparecen como intentos de recordar espacios felices del pasado que articulan un deseo de recuperarlos de algún modo.

Dicho esto, Andary es consciente de la "falsa nostalgia" que puede provocar el hecho de descubrir un lugar y contemplarlo directamente "en la memoria". Sin embargo, "dentro de esta falsa nostalgia", explicó, "sigue estando el acto de buscar algo que podría haber sido mejor desde una perspectiva diferente a la que tenemos actualmente".

Malas estudió cine en Moscú durante cinco años, donde encontró su voz interior en el cine de autor. Rodeado de importantes intelectuales de la época, uno de ellos fue su compañero de habitación, el novelista egipcio Sonallah Ibrahim, que más tarde apareció en la película de graduación de Malas Todo está bien, señor policía, ambientada en una celda de una cárcel árabe. En ella Sonallah recuerda su condena a siete años de cárcel ordenada por Gamal Abdel Nasser en 1959 por su pertenencia al Movimiento Democrático Marxista de Liberación Nacional.

Árabe de izquierdas, Malas creía en el proyecto nacionalista y en los derechos de los palestinos a regresar a Palestina. "Tanto", dijo Andary, "que me atrevería a llamarle cineasta palestino". Su documentación de la difícil situación de los palestinos obligados a abandonar sus tierras después de 1948 para buscar refugio en otros lugares fue el motivo por el que rodó un documental, al-Manam(El sueño) (1980-81), sobre los palestinos que vivían en los campos de refugiados de Líbano durante la guerra civil. La película se componía de entrevistas con los refugiados en las que les preguntaba por sus sueños. En el documental, Malas explicaba cómo los relatos desvelaban innumerables imágenes de una Palestina que los que se vieron obligados a abandonar llevaban en el corazón.

Fotograma de la película La escalera a Damasco de Malas .

Eso no quiere decir que Siria no fuera nunca su máxima preocupación. Lo fue. De hecho, como siempre el ciudadano árabe comprometido, en 2013 Malas salió a las calles de Damasco para documentar las protestas que exigían cambio y libertad en una película que más tarde tituló Escalera a Damasco, describiéndola como "un canto de coraje a la juventud siria". Lo que la distingue de sus otros trabajos en Siria no es sólo el peligro que entrañó la realización de la película, sino también su propia incredulidad ante lo diferente que resultó la situación en la región de lo que su generación había esperado. Al comentar Escalera a Damasco en el documental de Andary, Malas lamenta el fracaso de su generación en muchos sentidos por desconocer las realidades de Siria y por "no tener la previsión de abordar todas las posibilidades que un día podrían convertirse en realidades". Sin embargo, no carece de esperanza. Cree que "esta generación, con todas las herramientas que tiene a su disposición y su amplitud de miras, está preparada para ver a través de las cosas y resistir".

Malas sigue viviendo en Damasco a pesar de los problemas de la guerra civil que ha costado a Siria tantas vidas y gran parte de su estabilidad. Aunque ha pasado por la cárcel y ha visto cómo el gobierno prohibía algunas de sus películas, su obra, dice Andary, es conocida y respetada en todo el mundo árabe.

Tras abandonar Líbano con su familia durante la guerra civil (1975-1990), Andary creció en varios países árabes antes de licenciarse en Columbia y doctorarse en UCLA. Profesor asociado en la Universidad Zayed, en los últimos cuatro años Andary ha producido más de 10 cortometrajes documentales para el Arab Film Studio que se han proyectado en más de 50 festivales. Entre sus publicaciones recientes figuran una obra sobre Anthony Shadid, Homage to Anthony Shadid: Literatura de un periodista, así como un estudio sobre Ibn Jaldún en la cultura y el teatro contemporáneos, titulado Confronting the Symbol of the Intellectual. En la actualidad, mientras su documental sobre Malas recorre el circuito de festivales de cine, Andary se centra en su papel de director artístico del próximo Festival de Cine Medioambiental Al Sidr, en Abu Dhabi, y ha co-comisariado una serie de películas para el Museo y Centro de Exposiciones Manaarat Saadiyaat.

En efecto, lo que los cineastas Nezar Andary y Muhammad Malas han conseguido con Unlocking Doors of Cinema es lo que todos los documentales, ante todo, se supone que deben hacer: informar. Sin embargo, al fin y al cabo, un documental no deja de ser una película y, por lo tanto, una obra de arte, y la película de Andary es una joya: una meditación sobre Malas que tiene el increíble matiz y la capacidad de contar una historia al ritmo preciso que ambos artistas requieren, revelando información sólo cuando y donde crea el mayor significado para el público y para la película en su conjunto.

Permite a los espectadores reflexionar libremente y profundizar en su comprensión del tema y de sí mismos, así como entablar una conversación que resonará mucho después de la proyección.

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