¿Qué hay en un alto el fuego?

20 noviembre, 2023 - , ,
En el caso de Gaza, los términos "pausa humanitaria" y "alto el fuego" pueden no ser suficientes e incluso utilizarse como hoja de parra para el desplazamiento forzoso.

 

Adrian Kreutz, Enzo Rossi y Lillian Robb

 

Los llamamientos a un alto el fuego en Gaza resuenan cada vez más en todo el espectro político. Pero Israel no accede a ellos y sólo ha concedido breves "pausas humanitarias" a su arremetida contra Gaza. Merece la pena definir primero lo que queremos decir con los términos "pausa humanitaria" y "alto el fuego", antes de detenernos en por qué las pausas humanitarias no son suficientes, e incluso podrían utilizarse como una hoja de parra para el desplazamiento forzoso. Tampoco bastará cualquier alto el fuego.

En términos jurídicos, un acuerdo de alto el fuego indica un cese temporal o permanente del conflicto armado, con o sin normalización de las relaciones. Una pausa humanitaria puede preceder a un alto el fuego. Por ejemplo, en Indonesiaen 2000, las partes no pudieron ponerse de acuerdo sobre el término alto el fuego, por lo que observaron una "pausa humanitaria" sin resolver cuestiones políticas clave. La pausa no duró, y los avances hacia la paz se estancaron hasta que un mediador tercero invirtió la secuencia hacia la paz mediante una nueva fórmula: "Nada está acordado hasta que todo esté acordado". Esto llevó años, y es una tarea excesivamente ardua para el conflicto palestino-israelí, pero aún puede aportar algunas lecciones.

La diferencia entre un alto el fuego y una pausa humanitaria es más política que jurídica. En el derecho internacional de los conflictos armados, a veces se utilizan indistintamente. Así que, para entender lo que está en juego, tenemos que analizar la política -las relaciones de poder- que hay detrás de los términos "pausa humanitaria" y "alto el fuego".

Las pausas humanitarias diarias de 4 horas concedidas por Israel pueden salvar algunas vidas de civiles a corto plazo, y eso importa. Pero no debemos perder de vista el desastre humanitario que sufre la población de Gaza, sobre todo desde 2007, cuando Israel se retiró de la Franja y la bloqueó. Nos referimos, entre otras cosas, a la falta sistemática de suministros básicos: agua, alimentos, medicamentos, electricidad... una grave escasez urdida por el gobierno de Israel. Muchas organizaciones de derechos humanos han investigado las condiciones bajo el bloqueo y declararon una emergencia humanitaria mucho antes del estallido de la guerra de octubre.

De hecho, las pausas humanitarias de Netanyahu pueden empeorar ese desastre: dada su vaga condición jurídica, se puede abusar con demasiada facilidad de las pausas humanitarias con fines políticos desagradables, mientras se mantiene una fachada de compasión. En Gaza, hay motivos para temer que las ventanas humanitarias acordadas provoquen nuevos desplazamientos forzosos a punta de pistola. El ministro de Seguridad israelí (y antiguo jefe del Shin Bet) Avi Dichter así lo indicó: "Gaza Nakba 2023. Así es como acabará". Los corredores humanitarios no son tan humanos como parecen. Incluso cabe preguntarse si la actual operación militar tiene realmente como objetivo principal eliminar a Hamás. Después de todo las propias IDF advirtieron que "no hay solución militar a la cuestión de la Franja de Gaza"en fecha tan reciente como 2021.

Una pausa humanitaria, por tanto, no es suficiente en el mejor de los casos. Los acuerdos de alto el fuego, por otra parte, casi siempre incluyen condiciones políticas sustantivas: la liberación de los prisioneros relacionados con el conflicto, el derecho al retorno de los refugiados y desplazados, disposiciones para el restablecimiento de la administración sobre el territorio y la (re)formación de un ejército nacional. En otros lugares, los acuerdos incluían la desmovilización y la desmilitarización. Además, los acuerdos de alto el fuego suelen incluir cláusulas sobre el procesamiento de los criminales de guerra y la ayuda humanitaria. El término "pausa humanitaria" escapa a esas complejidades políticas.

La noción estándar de alto el fuego contemplada por el derecho internacional de los conflictos armados tampoco se ajusta bien a la realidad política de Israel y Palestina. Para empezar, las disposiciones de alto el fuego establecen la separación física de las fuerzas. Esto plantea la cuestión de si el "Estado anfitrión" consiente la presencia militar extranjera. Pero, ¿quién es el Estado anfitrión? ¿Y es el mismo en Gaza que en Cisjordania, dado que el estatuto de ocupación de esta última se acordó en los acuerdos de Oslo? Otra condición del alto el fuego se refiere a la devolución de los prisioneros. Miles de palestinos se encuentran actualmente en detención administrativa en prisiones militares israelíes. Sin embargo, en sentido estricto, estos palestinos no son considerados prisioneros de guerra. Tampoco lo son la mayoría de los rehenes israelíes retenidos por Hamás y otros grupos. La siguiente cuestión se refiere al retorno de los refugiados, un punto que muchos quieren extender más allá de la actual situación de guerra a las familias palestinas desplazadas desde 1948. El derecho al retorno está en la raíz de los agravios palestinos y no puede eludirse, aunque sea incompatible con el nacionalismo sionista.

Y lo que es más, cualquier posible acuerdo de alto el fuego no contempla, por una cuestión lingüística o jurídica, el reconocimiento de la opresión violenta a cámara lenta perpetrada por Israel. Esas formas de violencia no están tradicionalmente cubiertas por un modelo de alto el fuego, que suele aplicarse a conflictos entre fuerzas militares relativamente bien igualadas.

En resumen, las herramientas jurídicas diseñadas para regular los conflictos armados convencionales deben adaptarse al contexto de Gaza. Cualquier alto el fuego como los que hemos visto en los últimos 15 años en Gaza no servirá. Ya hemos visto por qué: Israel utilizará su posición dominante para apretar las tuercas hasta un grado insoportable, pero justo por debajo del listón de una violación del alto el fuego. Y eso puede provocar que Hamás viole el alto el fuego, lo que a su vez desencadenaría otro ataque, y así sucesivamente, repitiendo los errores de 2009, 2014 y 2021. La urgencia puede llevarnos a apoyar cualquier acuerdo que alivie el sufrimiento de la población civil. Pero también debemos tener en cuenta el panorama general y presionar para lograr un alto el fuego que constituya un paso real hacia una solución política aceptable.

La catástrofe humanitaria que se está produciendo en Gaza es el resultado de muchas décadas de prácticas opresivas sistemáticas y violentas, de profundos conflictos en el seno de las comunidades palestina e israelí, y de capas de cicatrices supurantes de atrocidades perpetradas por todas las partes. Sólo un acuerdo de alto el fuego políticamente ambicioso, permanente y reforzado por terceras partes, con un camino hacia la desmilitarización completa de todas las facciones, tiene una oportunidad -por pequeña que sea- de establecer una paz duradera entre el río y el mar.

 

Adrian Kreutz es profesor de Teoría Política en la Universidad de Ámsterdam. También está terminando un doctorado en Política en la Universidad de Oxford sobre la legitimidad de los actores no estatales. Recientemente ha participado en proyectos en la División de Derechos de los Palestinos de la ONU y en el Centro Al-Haq de Derecho Internacional Aplicado.

Enzo Rossi es profesor asociado de Teoría Política en la Universidad de Ámsterdam.

Lillian Robb es doctoranda en Derecho Internacional por el Instituto Universitario de Ginebra. Ha trabajado sobre los derechos humanos de los palestinos.

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