Las proyecciones de Nuestro río... nuestro cielo tendrán lugar los días 1 y 6 de junio en Egipto, dentro de las Jornadas de Cine de El Cairo programadas por Zawya, y el 29 de junio en Alemania, en el marco de "Cambio de perspectiva - Los niños fotografían su Iraq", una exposición de la GIZ ( Sociedad Alemana de Cooperación Internacional ) en Berlín, en cooperación con el Festival de Cine Árabe ALFILM de Berlín.
Nadje Al-Ali
Contemplar las escenas de horror y desesperación humana que se desarrollan en tiempo real 2022 con la invasión rusa de Ucrania es hacerse una idea de las difíciles luchas cotidianas a las que se enfrentan los soldados y civiles ucranianos. Los medios de comunicación mundiales humanizan a los ucranianos, a quienes describen como actores complejos que resisten las atrocidades rusas de forma creativa y heroica. La cobertura actual de la guerra en Ucrania se distingue fácilmente del modo en que los medios de comunicación occidentales y la industria cinematográfica informaron sobre la ocupación de Irak y la posterior guerra sectaria tras la invasión liderada por Estados Unidos en 2003.
Si recibió alguna crítica, una de las más famosas representaciones hollywoodienses de la guerra de Irak, la oscarizada The Hurt Locker (2008), de Kathryn Bigelow, sólo fue cuestionada por algunos veteranos de la guerra de Irak por supuesta falta de respeto al ejército estadounidense. La ligera controversia pública en Estados Unidos giró en torno al retrato supuestamente inexacto de la película sobre soldados desobedientes que se rebelan. Sin embargo, más allá de las fronteras estadounidenses, a muchos no les gustó la película por su problemática representación de los iraquíes, a los que o bien se representaba como una masa indiferenciada de espectadores o como malvados villanos. Las mujeres iraquíes, aunque no aparecen como terroristas o criminales, son representadas como víctimas pasivas que se lamentan. Anteriormente, Batalla por Haditha (2007), de Nick Broomfield, abordaba visual y temáticamente a los civiles iraquíes con mucha más empatía y humanidad, pero incluso aquí quedaban relegados en gran medida a los perímetros de la línea argumental, la acción y la visión.
La película más reciente de Maysoon Pachachi, cineasta iraquí británica afincada en Londres, Our River...Our Sky (2021), ofrece una representación drásticamente distinta de la guerra de Irak: su poderosa y conmovedora intervención creativa, coescrita con Irada Al-Jubori, novelista y poeta afincada en Bagdad, pone en el centro las experiencias cotidianas de la guerra. En muchos sentidos, la película es una prolongación del compromiso que Pachachi mantiene desde hace tiempo de poner de relieve las experiencias de los iraquíes de a pie, especialmente las mujeres. Nos conocimos en la década de 1990 en el contexto del activismo contra las sanciones y la guerra, y cofundamos una organización llamada Act Together: Women's Action for Iraq, para poner de relieve la difícil situación de las mujeres iraquíes a la luz de la dictadura, las sanciones y la guerra, pero también para apoyar su capacidad de acción y sus diversas formas de resistencia.
Nuestro río... nuestro cielo está ambientada en un barrio bagdadí mixto -mezclado tanto en términos de confesiones religiosas como de orígenes étnicos. Aquí se muestra a iraquíes corrientes que intentan seguir con su vida cotidiana, sus amistades, así como con sus relaciones románticas y familiares en medio de la violencia, el caos y la multitud de peligros relacionados con la guerra sectaria que siguió a la invasión de Irak.
Las historias individuales de los protagonistas de la película se entrecruzan durante un periodo de extrema violencia sectaria, toques de queda nocturnos, explosiones y secuestros. El contexto de la película es la última semana de 2006, la semana entre Navidad y el Eid islámico. Las historias individuales se entretejen para formar un relato colectivo de supervivencia, de amor, esperanza y resistencia creativa frente al sufrimiento y las dificultades. Como subraya Pachachi, las mujeres y los hombres, e incluso los niños, retratados en la película no son meras víctimas, sino personas con capacidad de acción, con ambiciones y sueños. Enfrentados a la violencia y el trauma cotidianos, conservan su sentido de sí mismos, su humanidad, su esperanza e incluso una enorme dosis de humor.
Uno de los personajes principales, una novelista llamada Sara (interpretada por la maravillosa Darina Al Joundi), es incapaz de seguir escribiendo porque todo lo que escribiría sería mentira: a Sara le resulta imposible encontrar las palabras para describir con precisión los horrores y el trauma de la guerra. En su lugar, busca compulsivamente en Internet las cifras de iraquíes muertos. Sin embargo, incluso mientras se obsesiona con los muertos, Sara está en el corazón de su comunidad. Su calidez impregna no sólo la cariñosa relación con su hija pequeña Rima (interpretada por Zainab Joda), sino también todas sus amistades e interacciones con vecinos, vendedores de comida e incluso extraños.
Quedarse en un Irak devastado por la guerra o abandonarlo es una pregunta que se hacen varios de los personajes enfrentados a la creciente corrupción, las distintas amenazas, los traumas, las explosiones diarias y el número de muertos. No hay una respuesta fácil ni una solución única a este dilema, pero queda claro que todos los retratados están estrechamente ligados a su comunidad, a su barrio y a las personas con las que conviven y se relacionan. Rima, de nueve años, la simpática niña que tal vez represente la esperanza de futuro de la película, considera inimaginable la idea de abandonar Iraq. Anteriormente conocida como Another Day in Baghdad (Otro día en Bagdad), el nuevo título de la película, Our River...Our Sky (Nuestro río... Nuestro cielo), expresa el apego de la gente al río Tigris, el corazón y el alma de la ciudad y un rechazo más amplio a ser desposeídos por la guerra y la violencia.