Un frágil alto el fuego mientras el Líbano sobrevive traumatizado

29 noviembre, 2024 -
El 27 de noviembre, a las cuatro de la mañana, se anunció un acuerdo de alto el fuego entre Israel y Líbano. La noche anterior, y hasta los últimos momentos previos al anuncio, el ejército israelí intensificó sus ataques aéreos hasta un nivel sin precedentes. Estos ataques se dirigieron contra casi todas las regiones de Líbano, causando una destrucción generalizada, matando a 78 personas e hiriendo a otras 266.

 

Tarek Abi Samra

Traducido del árabe por Lina Mounzer

Cuesta creer que esta guerra haya terminado. Es porque nos hemos acostumbrado a ella como uno se acostumbra a una pesadilla de la que es imposible despertar. Nos hemos acostumbrado en nuestros cuerpos, que ya no tiemblan cuando oímos el sonido de una explosión, o que tiemblan cuando oímos un portazo. Nuestros cuerpos que ya no pueden dormir, o que duermen más de diez horas por noche. Que ya no comen, o que se dan atracones con desenfreno. Nuestros cuerpos agotados, exhaustos, que creíamos que ya no volverían a conocer el descanso.

Nos acostumbramos a ello también en nuestras almas, que olvidaron sus vidas anteriores; vidas que ahora pertenecen a un tiempo pasado, separado de nosotros por dos meses de desesperación, por dos meses de mirar al abismo de la muerte y la aniquilación. Un tiempo pasado que difícilmente puede calificarse de hermoso, lleno como estaba de crisis y tragedias, pero que nuestras almas han llegado a añorar como si fuera una época dorada, un paraíso perdido.

Nuestras almas, que se han convertido en puro miedo, anhelan huir de sus cuerpos exhaustos, pero no encuentran escapatoria, ni saben a dónde escapar, por lo que se han acostumbrado tanto al miedo que se ha vuelto imperceptible.

Y ahora, hoy, martes27 de noviembre de 2024, se ha anunciado el alto el fuego. Nos hemos despertado (o quizá no hayamos dormido nunca) y nos han dicho que la guerra ha terminado, después de una noche apocalíptica en la que Israel ha desatado toda su locura, tratando de cosechar tantas almas como ha podido, como un niño glotón y depravado al que le dan una caja de caramelos y le dicen que solo tiene unos minutos para comer lo que quiera antes de que se la quiten para siempre, así que ha empezado a devorar todo lo que ha podido, llenándose la boca y gimiendo de placer todo el tiempo.

Nos dijeron que se había acabado y nos quedamos estupefactos: ¿realmente puede acabar así, porque un puñado de personas decidió ponerle fin? Pero nos habíamos acostumbrado a ello, como a una ira divina desenfrenada, que ningún sacrificio humano podría satisfacer o aplacar. Nos habíamos resignado a ello como a una época de catástrofes naturales que se prolongaría durante años y años, sólo para descubrir que Netanyahu y algunos de sus ministros eran capaces de detenerla simplemente queriendo hacerlo.

Y así nos despertamos de una pesadilla de la que no había forma de despertar -esto es lo que nos dijeron-. Nos despertamos y no podíamos creerlo. En cuanto abrimos los ojos, nos encontramos en un sueño. Un sueño hermoso, incluso maravilloso, pero aun así sabemos que es un sueño. Uno en el que todo es ligero, ingrávido. Un sueño frágil, manchado con imágenes de la pesadilla de ayer. Un sueño en el que no sabemos vivir. Nuestros cuerpos aterrorizados no saben cómo. Nuestras almas exhaustas no saben cómo. Nos hemos convertido en criaturas de pesadilla, viviendo en una gran oscuridad, cegados por la luz del día.

¿Olvidaremos alguna vez la pesadilla de ayer? Sin duda, en algún momento la olvidaremos. Tarde o temprano, llegaremos a recordarla como recordamos cualquier pesadilla: como algo aterrador que no es real, algo surrealista que sólo ocurre en un sueño. Un sueño aterrador cuyos colores se irán apagando con el paso del tiempo. Pero es un sueño que nos deja temblores y fisuras psicológicas y espirituales de las que probablemente nunca sanaremos. Temblores y fisuras que a veces podemos olvidar que son consecuencia de esa pesadilla, pero que en otras ocasiones, quizá raras, nos recordarán que la pesadilla fue de hecho real, y que nada garantiza que no vuelva a repetirse.

 

Publicado originalmente en árabe en Almodon Online Newspaper el 28 de noviembre de 2024.

Tarek Abi Samra es un escritor y traductor libanés. Escribe regularmente para L'Orient littéraire en francés, y para varios medios independientes en árabe, y su obra ha aparecido también en otras publicaciones en ambos idiomas. Su relato "The Bastard" se incluyó en su traducción al inglés en la revista Beirut Noir antología publicada por Akashic books. Ha traducido del francés al árabe la novela ganadora del premio Goncourt Boussole (Brújula), de Mathias Énard.

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